Parecía tener todo resuelto. Yo también. El venia de una relación un tanto traumática, de la que se estaba reponiendo. Yo, por mi parte, moría de sed en medio de un verano intenso aunque con algunas cosas por resolver. Y fue amor desde el primer momento. Creímos alcanzar el cielo a pesar de los problemas propios de los ajustes iniciales. No era fácil juntar a dos buenas personas para volverlos una buena pareja, pero todo parecía conspirar para que así pasara. Sin embargo todo se acabó. Por la razones que fueran, decidimos separarnos, tal vez porque ninguno estaba preparado para el otro.
Mi tusa fue sublime. Llanto, dolor, angustia, rabia y miedo llenaron mis días posteriores. Luego, me fui calmando como se calman los perros bravos cuando se cansan de ladrar.
Pasado un tiempo, mi mejor amiga, intentando lo mejor, me alentó a que volviera a salir, a que me diera una oportunidad con alguien más. Al principio lo dudé. Luego lo pensé mejor y me pregunté que por qué no?. Como vendedora de producto multinivel empecé por los conocidos. Sin embargo, nada me llenaba, hasta que me acordé de Francisco, un tipo simpático e interesante que me coqueteaba en tuiter desde hace tiempo, incluso estando yo en lo mejor de mi relación fallida. Era una buena opción, sin duda. Además no lo quería como novio, tal vez sí como amante, pero indudablemente no como pareja.
El proceso fue relativamente fácil. Un guiño tuitero, un mensaje en whatsapp y ya nos estábamos tomando un café, que habíamos aplazado mucho tiempo porque realmente a mi no me interesaba. Apenas lo vi entrar me di cuenta de mi error. No por él, que finalmente era un buen tipo, sino por mi que llegué a creer que un clavo sacaría otro clavo. Y eso nunca pasa, por lo menos en mi caso. Por el contrario, lo clava aún más. Hablamos de todo un poco, nos reímos de otras tantas, prometimos intentar una amistad y al final nos despedimos.
Nunca más volvimos a tener contacto. Francisco fue un fantasma. Creo que él vio en mis ojos que aún seguía enamorada de mi ex novio porque en verdad lo aposté todo, porque en verdad creí y creo, que era el tipo indicado, porque en verdad confío que el destino, Dios o la vida, así lo vuelvan a querer. Sigo pensándolo. Cada vez más poco pero no porque lo quiera menos, sino todo lo contrario. Porque lo quiero mejor. Decidí mirar a mi interior y aunque veo tan sólo un montón de mariposas moribundas, entendí a ciencia cierta, que desistir es otra manera de insistir.
