Terminar una relación sentimental nunca será tarea fácil, sin importar si usted es a la que dejan, o la que lo deja a él
Por Erika Matallana
Empecemos por explicar el término “Ghosting.” Según un artículo reciente del New York Times, ghosting es el acto de terminar una relación sentimental abruptamente, cortando todo tipo de contacto e ignorando todos los intentos del ex por acercarse. El mismo artículo afirma que según una encuesta informal de la revista Elle, en donde 185 hombres y mujeres fueron encuestados, 16.7% de los hombres y 24.2% de las mujeres admitieron haber sido “ghosts” en algún punto de sus vidas.
Bien sea que usted sea la víctima o el victimario de ghosting, esta tendencia se ha hecho aún más predominante con el avance de la tecnología. Ahora a los amantes fallidos les resulta más fácil camuflarse detrás de sus aparatos tecnológicos que enfrentar a la otra persona cara a cara y hacerse responsables de sus actos y decisiones.
Otras encuestas han arrojado resultados que demuestran que los ghosts, en una gran mayoría de los casos, usan esta tendencia como puro mecanismo de defensa. Sus inseguridades, el miedo al compromiso, al rechazo, o a la intimidad, les hace preferir cortar drásticamente cualquier vínculo sentimental con alguien, antes que enfrentar lo que sea que la relación traiga a corto o largo plazo.
Independientemente de las razones, terminar una relación sentimental nunca será tarea fácil, sin importar si usted es a la que dejan, o la que lo deja a él. Pero desaparecerse de la vida de alguien que ha invertido tiempo, esfuerzo y sentimientos en usted, de un día para otro y sin dar razones, simplemente muestra por lo menos, falta de sensibilidad. Recuerde que el karma es algo real, y se devuelve tarde o temprano.
Si por el contrario, usted es la víctima en la historia, relájese. Sus actuales tendencias psicópatas y la falta de autoestima que la agobian son simplemente algo temporal –bueno, eso si estas son a consecuencia de su súbito encono -, porque si sus inclinaciones son crónicas y parte de su diario vivir, entonces, discúlpeme, pero su problema no es un trabajo para los caza-fantasmas sino para un psicólogo.