En una cultura machista como la nuestra generalmente se trata de una pareja de mujeres con un hombre y no tan común, dos hombres y una mujer. Sobra decir que se trata ( se debe tratar) de cosas de adultos y de decisiones reflexivas y pensadas.
Sin embargo hay muchas parejas que se pasan la vida haciendo tríos en su cama. Hombres y mujeres traen sus fantasmas del pasado a pelear un espacio con sus parejas de hoy. Y es cuando empiezan los miedos, las comparaciones, los balances como si la persona con la que se está en ese momento tuviera la obligación de igualar a la pareja del pasado o de pagar sus culpas.
Los orgasmos de hoy no tienen historia, sólo presente porque son un regalo. Tampoco futuro porque se usan día a día. Los recuerdos de los buenos polvos, deben dejarse para la ducha o para las caricias individuales, no para compartir en nuestra cama con nuestros compañeros actuales. Los recuerdos de los malos polvos, por el contrario hay que erradicarlos como se hace con las plagas.
Muchos hombres y mujeres son incapaces de gozarse esos momentos, de compartir y de sentir, por estar pensando en lo de ayer o anhelando lo que tal vez nunca llegará. No me canso de insistir que el sexo es mucho más que sudores y gemidos. Debe ser un punto de entrega y comunión de elección libre, pero estamos llenos de sexo casual, en el que nos gustamos, nos bajamos los calzones, tiramos, sudamos, nos vestimos y nos vamos. No quiero pasar por mojigata o de ingenua de creer que toda relación sexual debe pasar por el amor, pero si creo que debe ser más profunda que lo genital porque al fin y al cabo es lo que nos diferencia de los animales.
Por eso, los tríos con fantasmas incluidos, es mejor dejarlos de lado y entender que un clavo no saca otro clavo, que por más entusada o entusado que se encuentre, no termina siendo buena idea andar de culipronto acostándose con cualquiera. Tal vez sea mejor aguantarse las ganas o utilizar las manos y la imaginación.